Las enfermedades reumáticas representan en la actualidad una de las preocupaciones centrales de los organismos de salud ya que se han convertido en la principal enfermedad que padecen los argentinos.
Diversos estudio demuestran que provocan más dolor y discapacidad que ningún otro grupo de afecciones. En la Argentina, se calcula que entre el 80 y el 90 % de los mayores de 65 años tienen alguna manifestación de artrosis. Además, se calcula que dentro de una década, la artritis será causante de discapacidad laboral entre el 51 y el 59 % de los casos. Si bien éstos datos son de preocupación, es importante saber que frente a esta enfermedad es de capital importancia que la persona realice una actividad física adecuada y no traumática que le permita mantener una funcionalidad de movimientos para su vida diaria.
Cuando estamos lesionados o enfermos, tendemos naturalmente a cambiar el ritmo de vida, reduciendo nuestras actividades habituales para dedicar más tiempo al reposo. Y por regla general, ésa es la actitud más inteligente, aunque en el caso de las enfermedades reumáticas, en los problemas más conocidos como la artritis, la artrosis, la espondilitis un exceso de reposo puede resultar aún más fatal.
Los signos y síntomas comunes de los problemas reumáticos son el dolor, disminución de la capacidad funcional de movimiento, fuerza, tono y flexibilidad muscular, la amplitud de la movilidad articular, también se ve limitada y los huesos se hacen más delgados aumentando la descalcificación ósea y las deformaciones, mientras que el cartílago pierde consistencia y se debilita. Cuando esto sucede pareciera que la enfermedad reumática progresa con mayor rapidez, aumentando la discapacidad por lo tanto se origina un círculo vicioso reflejo que se establece entre el dolor y la incapacidad funcional debido a las contracturas y actitudes defensivas que se influyen mutuamente.
Como tratamiento complementario las Actividades Acuáticas Terapéuticas (ejercicios en el agua) realizada en una piscina climatizada pueden resultar un medio muy útil para el enfermo reumático.
Dentro de los efectos terapéuticos, el calor del agua en la que está inmersa la persona, le ayuda a aliviar el dolor y facilita la relajación. A medida que el dolor disminuye, la persona es capaz de moverse con mayor comodidad y de incrementar la amplitud de movimiento articular. El calor del agua también dilata los vasos superficiales e incrementa el riego sanguíneo de la piel. La tonicidad muscular también mejora a través de los ejercicios contra la resistencia del agua en forma isotónica e isométrica. Debido al principio de Arquímedes, nuestro cuerpo pierde en el agua aproximadamente un 90% del peso corporal, esta liberación de la fuerza de gravedad hace que disminuya la presión sobre las articulaciones, columna vertebral, cadera etc. favoreciendo además la relajación muscular.
Bien ha quedado demostrado la importancia que tiene el movimiento en el tratamiento de las enfermedades reumáticas como la artritis, la artrosis, ya que combate los efectos debilitantes de la enfermedad.
La segunda manera en que el ejercicio combate los efectos debilitantes de la artritis, es fortaleciendo las estructuras de soporte (músculos, tendones y ligamentos) e incrementando la amplitud de movimiento, la capacidad de amortiguación y la flexibilidad de las articulaciones. Un buen tono muscular, tendones y ligamentos fuertes pueden resistir el impacto que supone el movimiento para las articulaciones, además de contribuir a que los huesos soporten más fácilmente el peso del cuerpo.
Definitivamente pensar que una persona que padece artritis, artrosis u otra enfermedad del metabolismo óseo, tiene que llevar una vida sedentaria con la consiguiente disminución de la actividad física, y el aumento de su discapacidad sería un gran error, ya que con los ejercicios en el agua siempre va existir la posibilidad de realizar movimiento no traumáticos.
sábado, 23 de julio de 2011
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